Siempre demos Gracias a Dios por Todos sus Beneficios y Bendiciones en el nombre de nuestro Señor Jesucristo
Salmos 103:2
Bendice, alma mía, a Jehová. Y no olvides ninguno de sus beneficios.
Efesios 5:199-20
hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
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Que importante es bendecir y ser
agradecido en la vida por todo lo que Dios nos ha dado. Sin duda alguna,
que el pastor de oveja y rey David comprendía
o conocía muy bien los beneficios y las
cosas maravillosas que Dios había hecho por él; llevándolo a expresar en el
presente salmo anterior, pero específicamente en el versículo 2 dice: bendice alma mía a Jehová y no olvides
ninguno de sus beneficios.
En este sentido, David sabia muy
bien que era tener los beneficios de Dios, pero también entendía que él podía olvidarse de las grandes cosas que
el Señor había hecho por el y por eso mismo, en oración le ordena a su alma que no se olvide de ningunos
de los beneficios de Dios en su vida.
Así pues, de la misma manera nosotros
debemos entender los beneficios de Jehová y que no nos olvidemos por nada de mundo de estos y ordenarle
a nuestra propia alma que jamás lo hago,
sino que seamos agradecidos
bendiciéndolo, alabándolo, adorándolo y sobre todo obedeciéndolo como el lo desea de cada uno de nosotros.
Por lo tanto, los principales
beneficios y bendiciones de Dios que tenía muy en cuenta David y al mismo tiempo
para con nosotros son los siguientes: (nos perdono todo el mal, aparto de nosotros los pecados que
cometimos, nos devolvió la salud, nos
libró de la condenación o muerte por su misericordia, bondad e inmenso amor,
nos llenó de ternura y amor, nos da
siempre lo mejor, nos protege, nos hace
fuerte como las águilas, nos hace justicia y reconoce nuestros derechos cuando sufrimos y muchas más bendiciones en
el nombre de Jesús.
Definitivamente, a pesar de
nuestras fallas, errores e imperfecciones, lo importante es arrepentirnos de todo corazón delante de
la presencia de Dios por su misericordia o perdón y estarle agradecido por todo lo que ha hecho con nosotros, familiares,
amigos y demás hermanos en Cristo.
En resumen, así como David tenía un corazón agradecido, arrepentido y humillado delante de Dios por su misericordia y gracia; nosotros también debemos estar muy agradecido con Jehová y al bendecirlo nuestra alma, alegramos el corazón de nuestro Padre eterno o Dios todopoderoso, por alabarlo todo el tiempo y sin cansarnos de anunciarles a los demás las grandes bondades que hemos recibidos de las manos de Dios.