¡Estemos Muy Atento a la Voz del Señor para Obedecerle
1 Samuel 3: 10-11:
Y vino Jehová y se paró, y llamo como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla, porque tu siervo oye. Y Jehová dijo a Samuel: he aquí hare yo una cosa en Israel, que a quien la oyere, le retiñirán ambos oídos.
Genesis 22: 11
Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: heme aquí.
Hechos 9:4-5
y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿Por qué me persigues? y él dijo: ¿Quién eres Señor? y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón.
Sin duda alguna, que Dios nos habla de diferentes formas y lo hace por diferentes medios o instrumentos para de alguna manera escuchemos su voz y estemos muy atento para responderle como él lo desea. Sin embargo, debemos mantener y cultivar una relación íntima o de amistad con Dios y su espíritu a través de la oración y su palabra donde nos habla como un Padre bueno que desea lo mejor para sus hijos, dando su manual de instrucción para llevar una vida de bendición dentro de su voluntad y promesas.
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En este sentido, cada vez
que vayamos a entrar en comunión, en
su presencia y al escuchar su palabra,
debemos clamar: ¡háblame Señor que aquí está
tu siervo para escucharte y obedecer tu palabra digna de confianza!
Así pues, la dulce voz de Dios se hace oír por medio de
sus servidores, ángeles, un
predicador o pastor, evangelizador, profeta,
maestro, un hermano, un amigo, las dosis
diarias, una canción, cualquier otras personas y otros medios que él requiera necesario para que escuchemos su voz única que llena nuestra
vida de gozo, paz, consuelo, fuerza y bendición.
Definitivamente, Dios nos habla para que sin demora alguna le respondamos como Abraham o Samuel: ¡Háblame Señor, heme aquí que tu siervo escucha! Lucas 11:28 – Dichosos más bien contesto Jesús los que oyen la palabra de Dios y la obedecen.
Oración
Gracias Padre, por hablarnos por diversos medios o instrumentos, ayúdanos a estar atento a tu voz cultivando nuestra comunión diaria con tu Santo Espíritu y tu palabra. Háblanos que como siervos tuyos estamos dispuestos a obedecer tu voluntad en el nombre de Jesús, amen.