Si Obedecemos a Dios Sirviéndole con todo el Corazón y Alma, sus Bendiciones estarán sobre Nosotros
Deuteronomio 11 :11-13
La tierra a la cual pasáis para tomarla es tierra de montes y de vegas, que bebe las aguas de la lluvia del cielo; tierra de la cual Jehová tu Dios cuida; siempre están sobre ella los ojos de Jehová tu Dios, desde el principio del año hasta el fin. Si obedeciereis cuidadosamente a mis mandamientos que yo os prescribo hoy, amando a Jehová vuestro Dios, y sirviéndole con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma.
Que estamos haciendo en estos
tiempos o lo que hemos hecho para organizar
nuestros propósitos, revisarlos y ajustarlos a los caminos que debemos recorrer o continuar conquistando en la medida
que vayamos avanzando nuevos territorios
que a lo mejor perdimos por diversos factores.
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En este sentido, Dios en su
palabra nos promete un territorio fructífero con gran vegetación, abundancia de lluvia, grano, vino,
aceite, tierra que fluye leche, miel y
donde el mismo la cuida con sus ojos desde el principio hasta el fin. Por
lo tanto, debemos seguir avanzando sin quedarnos
paralizado por el temor o la preocupación, sino que confiemos en esta
promesa para que veamos el favor de Dios
en nuestras vidas.
Así pues, Dios quiere darnos algo nuevo y prepararnos en todos los sentidos para que podamos seguir hacia adelante con fe, confianza,
seguridad y esperanza en esta tierra prospera, rica, llena de paz,
seguridad, de bendición y la que sin duda alguna; todos soñamos para vivir con una verdadera calidad de vida o bienestar
en todos los aspectos.
Sin embargo, para todo esto nuestro único Dios verdadero nos esta demandando que le seamos obedientes, fieles
y le cumplamos con sus mandamientos,
leyes, decretos y preceptos de todo corazón para recibir dicha tierra bendecida. Es decir, obedezcamos todos los mandatos que hoy el Señor nos ha dado, para que tengamos el poder de conquistar el
territorio al que vamos a entrar.
En resumen, si obedecemos los mandamientos que el Señor nos ha dado, lo amamos, lo adoramos y le servimos a Dios con todo lo que pensamos, con lo que somos y con todo nuestro ser sin adorar a otros dioses o dejemos de hacer todo lo que nos ha enseñado; Dios nos dará las bendiciones prometidas como el poder ocupar el territorio en el que viviremos largos años, tierra tan fértil que siempre abra abundancia de alimentos, en el que la lluvia sin falta (otoño-primavera) riega los campos, los montes o los valles, cosecharemos nuestro propio trigo, no nos faltara el agua, el vino, el aceite, al ganado no le faltara pastos y Dios mismo se encargara de cuidarlo todos los días del año.