Intimidad con Dios en los Lugares Altos
Habacuc 1:2-3
¿Hasta
cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la
violencia, ¿y no salvarás? ¿Por qué me haces ver iniquidad, y haces que vea
molestias? Destrucción y violencia están delante de mí, y pleito y contienda se
levanta.
Habacuc 2:1
Sobre
mi guarda estaré, y sobre la fortaleza afirmaré el pie, y velaré para ver lo
que se me dirá, y qué he de responder tocante a mi queja.
Muchos
de nosotros cuando oramos, pensamos que ya cumplimos con
nuestra parte y siendo solamente una
mínima expresión de fe.
En este sentido, cuando nosotros comenzamos esa primera parte de orar, luego
tenemos que hacer ciertas acciones o
asumir esas posturas para que podamos entender
lo que Dios quiere de nosotros en tiempos de crisis.
Así pues, después que oremos debemos tomar la misma actitud de Habacuc,
presentamos nuestras peticiones o
inquietudes, posteriormente nos ponemos a velar en nuestra guarda o en el
lugar alto para estar alerta a lo que Dios quiere que hagamos y al mismo
tiempo, a cualquier ataque del enemigo.
No podemos seguir creyendo que, Dios responderá nuestras oraciones,
si estamos siempre en el mismo estado
espiritual o en el lugar bajo de queja o derrota, ya que Dios nunca les
hablo a los profetas en los valles, sino en las montañas como Moisés subía al monte para tener su encuentro con el Dios proveedor.
Sin duda alguna, debemos buscar de la presencia de Dios sin quedarnos donde mismo y
salir a la casa de Dios, haciendo nuestro altar para que entremos en su
presencia espiritualmente y hablemos en
ese monte elevado; donde siempre la palabra
de Dios se proyecta en lugares altos.
Definitivamente, que muy pocos acuden a los sitios altos, porque no todos quieren hacer el esfuerzo para buscar de la presencia de Dios y subir a mayores niveles espirituales para ver su gloria.
En resumen, todos nosotros debemos orar y nunca abandonar ese estado de guarda,
velar o de centinela para ver lo que Dios nos dirá, sino que mientras más
oremos es que más altos debemos subir a
la presencia del Señor y no estar en ese lugar bajo de derrota, sino en el alto poniéndonos frente
espiritualmente para escuchar a Dios, creerle, alabarle, adorarle, doblar rodilla,
subir nuestras manos y movernos en su
presencia.
En sí, nunca olvidemos que Dios es galardonador de los que le buscan y
él dará ese premio a todo el que se esfuerza por entrar en su presencia,
sin orar y abandonar; sino subiendo más
alto para buscar resolver los
problemas en esos niveles de altura donde están los pensamientos de Dios.